Otras perlas del capitalismo español: Siniestralidad laboral y restricciones en el cupo de producción del sector lácteo

Estábamos a la cabeza de la siniestralidad laboral en Europa. Al parecer, no bastaba y había que subir el listón más todavía. Durante el primer semestre de este año, la siniestralidad laboral ha aumentado en España un 3,6%. Los prebostes de CCOO, en este caso Joaquín Nieto, secretario de salud laboral, y en general los "mayoritarios", siguen queriendo eximirse de responsabilidad en el fenómeno y culpando a las instituciones de pasividad e inoperancia en el mismo. Se oculta la realidad de los hechos. El problema no es sólo el de ponerse o quitarse un casco o un cinturón. Eso es sólo una parte no sustancial del mismo. La raíz del problema está en la estructura de las condiciones de trabajo: relaciones salario/tiempo, productividad, horas extraordinarias, jornada laboral, destajos, incentivaciones etc. etc. Si en una jornada laboral decente de seis e incluso ocho horas el obrero ganara lo suficiente para cubrir dignamente sus necesidades, su trabajo sería prudente, eficaz y seguro. Pero, si las condiciones en que le obligan a trabajar no permiten esa prudencia, eficacia y seguridad, en razón de la prisa de rendir por superar la insuficiencia de su salario, entonces sobrevienen los accidentes. De modo que las causas reales son las absolutamente injustas estructuras del salario y de las condiciones de trabajo, y, en eso, los "mayoritarios" pactantes tienen una grande, grandísima responsabilidad.

Otra de las perlas se nos muestra en el tratamiento oficial del sector lácteo. Parece como si el tema de las vacas locas hubiera sospechosamiente venido a ayudar el establecimiento de una nueva estructura de producción en el sector, pues ha sido la excusa definitiva para suprimir drásticamente dos tercios de las explotaciones, y, dado que éste fue siempre un área donde predominó el tipo medio de explotación familiar, quiere decir que esos dos tercios suprimidos encuadran las explotaciones más pequeñas a las que se las saca del campo de la competencia por vía de la incentivación de abandonos. Pese a su enmascaramiento, se trata de un caso claro de favorecimiento estatal de la absorción de las áreas de producción por el gran capital. En el caso español, se pasó fulminantemente de una estructura mayoritariamente minifundista a un predominio absoluto de las grandes explotaciones, como puede verse en el hecho de que, a principios de la aplicación de las cuotas de producción, en la campaña 1992-93, el número de explotaciones fuese de 145.000, mientras que, en la campaña presente, sólamente quedan 53.400 explotaciones. La voracidad capitalista no tiene límites.

Redacción