Declaración del Sindicato de la Construcción de la CNT de Madrid

En el estado español estamos a la cabeza en cuanto a problemas de salud y sinestralidad laboral se refiere, que no en otras cosas. A esta semana, que hemos dejado atrás, podríamos llamarla o catalogarla como "la semana trágica de la construcción"; muertos y heridos graves además de la cantidad que no aparecen en los medios –prensa hablada, escrita o TV-.

Entretanto, los políticos se empeñan en "poner remedio" a base de hacer leyes; leyes que el tiempo se encarga de demostrar que no sirven para nada, pues ninguna ley ha parado o evitado nunca una caída de los andamios, la Inspección tampoco hace nada para que se cumpla ninguna legislación que a buen seguro evitarían muchos de los problemas que padecemos. En este sector ya de por si muy peligroso.

Hay un montón de causas que tienen implicación directa en los accidentes, y los problemas de salud que padecemos en la construcción, pero hay uno que repercute al 100%: "las largas jornadas de trabajo diario" a las que hoy somos obligados los trabajadores. Jornadas de 1 horas y más, y si no aceptas te marchas a tu casa; y eso lo exigen los subcontratistas obligados a su vez por los contratistas (grandes constructoras como ACS, FCC, Dragados, etc., etc.) en cuyas obras es donde existe el más alto índice de siniestralidad (parque temático, la obra de la antigua maternidad, en la calle O´Donell, obras del metro de Alcorcón).

El resultado de esas jornadas es conocido y consentido: el cansancio que provoca este trabajar de sol a sol junto con otros factores, como el ser un sector típico de alto riesgo, la gran cantidad de inmigrantes y peonadas venidas desde Ciudad Real, Albacete, Cuenca, Toledo, Alicante, Murcia, la Comunidad Extremeña, etc., que a diario unos y semanalmente otros, se tienen que trasladar a sus lugares de origen después de esas maratonianas jornadas, todo ello hace posible esta realidad tan cruda que padecemos. Miles de accidentes, cientos de muertos y billones de gastos que van a parar al bolsillo de los empresarios, que en definitiva son, junto con los que con complicidad se lo consiente, los cuervos de este país. Por otro lado, hay por ahí una opinión un tanto equivocada que dice que a los trabajadores nos gusta realizar esas prolongadas jornadas, nada más lejos de la realidad.

Los medios de comunicación tampoco ayudan ni mucho ni poco, y sería bueno que alguna vez esos señoritingos de la prensa dejaran de contarnos algunas de esas noticias de "corruptelas de la alta sociedad" y dedicaran ese espacio para hablar y escribir de muchísimas cosas que suceden a diario y que, de ser bombas, podrían explotarles en sus propias narices, como el conflicto que mantuvieron los trabajadores de SINTEL, a quienes no les pagaron los salarios y otros muchos.

¡PUES MUY MAL! Ese problema lo sufrimos en la construcción continuamente, cada quincena, cada mes, cada nuevo contrato.

La incertidumbre de si cobramos o no.

También es sabido por la gran mayoría de trabajadores que más de un subcontratista (PISTOLERO) ha desaparecido llevándose la totalidad de la certificación del último mes, luego el contratista (constructora principal), suele lanzar insultos contra el "pistolero de turno", para así intentar salvar sus responsabilidades, que sólo las cumplen cuando los trabajadores afectados conocen sus derechos, circunstancia que se da en el menor de los casos.

La mayoría de los contratos que se formalizan en construcción son de la modalidad llamada "contrato fijo de obra" pero la práctica de esa camarilla de empresarios que controlan el sistema de explotación de nuestro sector, contratadores y contratistas, ha conseguido por medio de la práctica del oportunismo y de la ignorancia de la casi totalidad de los trabajadores, realizar abusos de la contratación, de forma que el trabajador es despedido en cualquier momento sin que nadie haga nada por que se cumpla el cometido del contrato ("hasta la terminación de los trabajos de la especialidad") que obliga al empresario, en cada caso, a mantener las contrataciones hasta que el texto que marca la contratación se haya consumado. De otra manera puede despedirse al operario contratado, argumentando motivos como que "no me gusta tu cara" o por cualquier otra cosa que no tiene nada que ver con el objetivo del contrato. Hasta se han inventado y lo ponen en algunos contratos, la siguiente cláusula:

"El trabajador deberá avisar al empresario con 15 días de antelación, la rescisión del contrato".

Este es uno de los muchos fraudes que la mayoría de los empresarios cometen contra los trabajadores, y que estos en muchas ocasiones consiente por ignorar sus derechos.

La ley de prevención de riesgos laborales podría ser útil si se aplicara por los que viven de ello, los "agentes sociales", incluidos los que hacen los párrafos de las leyes, que con una gran dosis de hipocresía, simulan su malestar cuando los accidentes mortales se disparan y los índices de accidentalidad aumentan.

Unos, por vendidos, como los menos minoritarios, o por la falta de fuerza de otros, como CNT, y por el total abandono de la Inspección de Trabajo que, por no hacer, no atiende ni a las poquísimas denuncias que se le presentan, la tal ley no está teniendo ni un mínimo de aplicación. La Inspección no aparece en las obras denunciadas, o simplemente avisa al empresario de que van a ir.

Cualquiera puede pasarse por la obra que quiera y observará la falta de toda clase de equipamiento: donde las casetas de vestuarios son medio decentes, los servicios son inaccesibles e insuficientes, carecen de agua caliente y presentan un estado muy lamentable; o simplemente no existen; los comedores carecen de todo elemento propio de su cometido, tales como calentadores de comida, etc. y frecuentemente no existen, en cuyo caso se tiene que comer en medio de la obra o, si llueve, en el vestuario, que en estos casos suele ser lo más parecido a una pocilga, pero, posiblemente, tampoco hayan instalado vestuarios, en cuyo caso ha de comerse en el coche, si es que se tiene.

Antiguamente, los trabajadores nos formábamos en los tajos, uno empezaba a trabajar como pinche, haciendo recados como ir a comprar tabaco, acercar el agua al resto de los compañeros, comprar el pan; y cuando estaban libres de estos quehaceres, limpiaban la obra, los vestuarios, el tajo del albañil o del carpintero. Así, al tiempo que aprendía a conocer cada rincón de la obra, huecos y demás zonas peligrosas, aprendía lo que más tarde sería el oficio con el que ganarse la vida. Sería de imaginar cuál sería el resultado que hoy se podría obtener, si conjuntáramos esta práctica de aprendizaje con las capacidades "culturales" que poseen los jóvenes de hoy. La familiarización con el centro de trabajo, junto a una buena preparación teórica haría posible un buen desenvolvimiento práctico obteniendo con ello una mayor producción, con el mínimo esfuerzo y al mismo tiempo reduciría considerablemente los accidentes y evitaría el gasto inmenso que ocasiona el alto índice de siniestralidad laboral, que este año ya rebasa el billón de pesetas.

Hace unos días, se publicaba en los diarios de tirada nacional la relación cuantitativa de salarios de los diferentes sectores de la producción y casualmente el más bajo es el de "la construcción".

A todo esto, los empresarios de nuestro sector han tenido la habilidad de aprovechar la demanda de algunos oficios que se han reconocido de alto riesgo (algo que está en la mente de todos) para establecer unos salarios, en muchos casos, 100% por encima del salario marcado por el convenio. Pero, como ya sabemos, nadie regala nada, y los empresarios no iban a ser menos, por lo que la realidad de todo esto es fácil de entender:

Primero pagan el doble de salario a unos pocos, que no a todos, y de paso, aprovechando la coyuntura, pueden tener a todos los currelas calladitos, de manera que al que protesta le ponen a salario base, le sancionan, o directamente le despiden. Argumentos para protestar hay muchos: el obligar a "trabajos a destajo", a "hacer horas extras", estar en completa disponibilidad para la empresa", etc.

Además, se contratan salarios globales, cosa que prohíbe el convenio de la construcción; se hacen salariales por hora trabajada y para ello, en bastantes casos se hace firmar a los trabajores finiquitos en blanco de manera que, después, el trabajador no se puede echar para atrás.

Junto a la vivienda y el coche, aspirar a la segunda vivienda y todo lo demás es contribuir a un consumo desmesurado que deja a menudo a muchos/as trabajadoras/es a merced de los "cuervos" (capitalistas y empresarios) y, así, pueden apretarnos un poco más cada día el cinturón. Además, hay que decir que la vivienda es un derecho reconocido por la constitución y, sin embargo, el precio de la misma es inalcanzable para la mayoría de los/as trabajadoras/es. ¡¡¡Y LAS CONSTRUÍMOS NOSOTROS/AS!!! (Fijaos que contradicción. Para poder conseguir una vivienda, cosa que nos reconoce la "carga magna", nos obligan a vivir hipotecados de por vida.

Estos son motivos más que suficiente para hacer horas extras, destajos, pactar y respetar salarios globales, firmar finiquitos en blanco y el enriquecimiento de los empresarios, ayudados con la siempre dispuesta colaboración de los agentes sociales y toda una caterva de traidores de la clase trabajadora.

El precio medio del metro cuadrado construido en Madrid es de 350.000 pts., lo que hace que una vivienda digna, de aproximadamente 100 metros cuadrados cueste alrededor de 35.000.000 de ptas. El salario medio del sector de la construcción es de 166.684 ptas. La letra correspondiente al pago mensual de una vivienda media suele estar por encima de las 100.000 ptas. Que quien quiera y pueda nos dé la solución.

¿Qué habría que hacer ante esta situación? ¿Vivir debajo de un puente?

Cuando aparece en las noticias que ha habido uno o más muertos por la caída al vacío desde un andamio, todos deberíamos hacer una pregunta muy simple: ¿POR QUÉ?

Cuando llegamos al tajo a las 8:00 h. De la mañana después de un atasco de una hora o un viaje en el rápido transporte publico de más de una hora y media, cabreados por los atascos, unos, y muertos de sueño, otros sumando a ello las pésimas circunstancias de seguridad e higiene en que se encuentran la mayoría de las obras, ¿qué puede pasar? (Y hablando del cansancio o fatiga, ¿sabéis que los jueves son los días con más accidentes del sector de la construcción?). Y si a todo esto le sumamos la ineptitud de un buen número de técnicos que viven en cuerpo y alma de y por la especulación, ¡¡vamos de puto culo!!.

Imaginemos por un momento que los conductores del AVE o los pilotos de aviones manipularan los trenes y las aeronaves con la misma formación y conocimientos que los que conducen y pilotan las máquinas en las obras, o que hiciesen su labor sin el descanso y entrenamiento necesarios además de unas condiciones físicas adecuadas; imaginemos lo que ocurriría si los controladores aéreos se durmieran, sufrieran recaídas físicas o simplemente desconocieran el funcionamiento de los controles que tienen en sus manos...

Afortunadamente, la formación en maquinistas ferroviarios, en pilotos aéreos y controladores de vuelo sí que se da y se exige.

¿Y por qué? ¡Porque la vida de muchas personas depende de la buena preparación y conocimientos de estos trabajadores!

¿Es que los trabajadores de la construcción no somos tan importantes como los de otros oficios? ¿Tienen menos valor nuestras vidas que las de los que viajan en avión o en un tren de alta velocidad?

En nuestro sector (la construcción), se reconoce un 1,4% de las enfermedades profesionales. Este es el porcentaje más bajo, que se reconoce en la totalidad de los sectores de la producción, y, además somos el sector con el índice más alto de accidentes leves, menos graves, graves y mortales, lo que no es en absoluto una contradicción si tenemos en cuenta que, además, es también el sector con menos formación cultural y otros.

Los fuertes y continuos ruidos, la manipulación de ácidos, cementos, y un largo etcétera de situaciones de extrema peligrosidad, nos llevan constantemente a contraer enfermedades que luego no son reconocidas como tales, enviando a los enfermos a la Seguridad social con la pérdida de derechos que esto supone (un trabajador de nivel medio dejaría de percibir alrededor de 800.000 pts. al año, si no se le reconoce la Enfermedad Profesional y a cambio sólo se reconociese su problema como enfermedad común.

Se manipulan sustancias tóxicas en un 15% de las actividades, y dice la encuesta del Ministerio de Trabajo que el 80% de los trabajadores de la construcción que trabajan con estas sustancias sufren uno de los más altos niveles de ruido con más del 55% por actividades y quejas, en vibraciones el 15% en ambiente térmico la mayoría al aire libre y expuestos a corrientes continuamente. S nos fijamos un poco, fácilmente nos daremos cuenta que no se corresponden los porcentajes que muestra la encuesta del Ministerio de Trabajo.

Pero hay más, cuando un trabajador se accidenta, tanto a las compañías como a las empresas les toca curarte y pagar la Incapacidad Laboral Transitoria; es entonces cuando empiezan los problemas. Es, en ese momento, cuando nos enteramos que no está pagada la Seguridad Social, o que el trabajador estaba dado de baja. Luego, cuando esto se malsoluciona, llegan los otros problemas que nos tienen reservados las mutuas de accidentes donde lo más recomendable es no tener que ir por dos razones; una, porque en estas clínicas son capaces de incrementar la gravedad producida por el accidente, y la otra porque, si acudes a ellas dicen que es por haber sufrido un percance y eso no resulta nada agradable, pues hay por ahí quienes se atreverían a asegurar que el trabajador ha provocado la situación para no trabajar, o bien es la propia mutua, a través de los médicos de turno, la que acostumbrada a acusar a los accidentados de fingir la dolencia, asegurando que lo que se tienen (aunque lleve la cabeza colgando) no es nada, que hay quien trabaja en peores condiciones, que lo que se busca es no trabajar, que la dolencia desaparece con tomar unas pastillas; y le dan el alta, para trabajar, claro, y cuando llega a casa se muere.

También puede ocurrir que te traten en la Seguridad Social lo que, en principio, debería ser mejor, pero se vuelve a convertir en otra pesadilla, pues éstos acaban enviando al trabajador a los médicos de la mutua de accidentes, para que estos últimos te manden a trabajar en las mismas condiciones que en el caso anterior.

Otra cosa que ocurre con frecuencia es que el empresario, haciendo el abuso de contratación que citábamos anteriormente, despide al trabajador, luego es dado de alta y se queda inválido, sin trabajo y sin ningún tipo de recurso.

Como podemos ver, esta es la realidad. ¡LA CRUDA REALIDAD!

Ante este crimen y visto que todos los demás se llaman andana, es necesario acudir y fortalecer a nuestra organización para que tenga la fuerza y la capacidad de dar soluciones a todos estos problemas.