Cuestión de conciencia

El terreno laboral está diseñado con bastante complejidad, o, por lo menos, ha de reconocerse que tiene demasiados entresijos que enmarañan el camino hacia su comprensión. Un ejemplo es la segmentación de la clase trabajadora. Bajo este concepto, y de manera esquemática, podemos apreciar la división de los trabajadores en quienes tienen empleo, los desempleados y los jubilados; dentro de los asalariados, en los que se asientan en el trabajo normal (fijos) y el resto (trabajadores temporales y trabajadores a tiempo parcial, voluntario o no); la segmentación de los asalariados por su cualificación es también creciente, así como la diferenciación en unidades de trabajo cada vez más pequeñas, tanto en el sector industrial como en el de los servicios, con una diversificación muy grande de las cualificaciones, sobre todo en este último sector...

Fruto de este continuo mareo asistimos, en la actualidad, a una considerable pérdida de conciencia de clase trabajadora y, por extensión, a la pérdida progresiva de los valores de solidaridad que han sido característicos entre los trabajadores. Presenciamos un eclipse paulatino de la cultura y el modo de ser proletarios que va unido a un triunfo cada vez más visible de las formas de cultura de los explotadores.

La cultura explotadora o burguesa, adjetívese como se quiera, se ha convertido en un monstruo de mil cabezas que invade con sus tentáculos los puntos más remotos del planeta. A pesar de que objetivamente la sociedad capitalista actual no ha dejado de ser una sociedad de clases, los grupos de trabajadores mejor acomodados se están dejando conquistar casi completamente por una idiosincrasia ajena a su origen: la idiosincrasia burguesa. Una gran parte de la clase trabajadora está adoptando una mentalidad parecida a la de sus amos y señores.

Entre la capa de privilegiados que domina hoy los resortes del poder económico, político y social y grandes sectores de obreros, empleados y técnicos existen diferencias cuantitativas enormes, pero su conducta cualitativa, como seres humanos y entes sociales, es homóloga, casi idéntica. Ambos grupos acarician los mismos fetiches y aspiran a la misma vida banal. Las diferencias de clases subsisten, pero la mentalidad tiende a uniformarse, a estandarizarse.

Por eso puede darse, como así ha sido, el vergonzoso referéndum que ha tenido lugar en la empresa de Laudio Guardian Llodio S.A., promovido por la Dirección, para que los trabajadores voten, entre otras cuestiones, si aceptan que los compañeros que se van incorporando a la empresa reciban un sueldo inferior por el mero hecho de ser nuevos, frente a los veteranos, además de tener un calendario laboral superior, aunque todos hagan el mismo trabajo. Y lo más triste es que el 60% de la plantilla lo ha apoyado. Hay días en los que dan ganas de romperle la cara a más de uno.

 

Extraído de ¡Aquí mando yo! Boletín de la Secc. Sind. De CNT en SUESA