Debate: Violencia o no-violencia

 

Lo que sigue es una respuesta a las cuestiones planteadas en un anterior boletín sobre la violencia. Animamos a que más lectores escriban para dar su opinión.

Yo soy uno de esos "violentos anarquistas" de los que tanto han hablado los periódicos, en los últimos días, que han asolado la ciudad de Génova. Habitualmente, realizo mis pacíficas tareas de trabajador y padre de familia.

Me sobresalta que muchas personas del movimiento antiglobalización condenen de una forma u otra la "violencia" de personas que portan como "armamento" machotas, cortafríos, tirachinas, pasamontañas, piedras y botellas de gasolina, y la equiparen a la de los que portan armas de fuego, armas eléctricas, material antidisturbios, tanquetas, cañones de agua, caballería, etc., y dejan algún que otro muerto en las calles. Que estas personas que tanto odian la violencia igualen el apedreamiento de vehículos policiales con los gases asfixiantes, las detenciones indiscriminadas, el secuestro y la tortura sistemática en comisaría con la finalidad de implantar el terror, es increíble. Me parece que hay una gran diferencia entre el que protesta contra este mundo injusto, y el que pretende conservarlo porque cobra una nómina de gendarme o posee acciones en alguna multinacional.

El presidente de Intermon Oxfam (ONG vinculada a la Iglesia Católica), Ignasi Carreras, dice en un artículo que publica El País el 26 de julio: "Hay que condenar sin ambages la violencia de estos grupos minoritarios -que como ha denunciado Susan George, nunca están a la hora del análisis, de la negociación política, del consenso para el trabajo común-, pero hay que condenar con la misma fuerza los excesos que se están cometiendo en las actuaciones policiales". Para una parte del movimiento antiglobalización, esto es lo que está cometiendo el capitalismo: excesos corregibles. Lo de los "grupos minoritarios" es por el contrario "violencia condenable sin ambages". Y sigue diciendo: "se ha dicho que el movimiento crítico con la globalización carece de una estrategia y de líderes capaces de dialogar con el poder y hacer propuestas de cambio. Eso es falso, porque hay organizaciones que llevan años haciendo propuestas". Se refiere, cómo no, a su organización y a otras ONGs similares, que sí disponen de funcionarios "dispuestos a dialogar con el poder", y a ofrecerles "ideas constructivas". Estos burócratas pretenden "la reforma del Banco Mundial y de la OMC", más un programa reformista que incluye la condonación de la deuda externa, el acceso a la Universidad y la Sanidad, el reparto igualitario de la riqueza, el control del comercio de armas y "un Mercado regido por reglas transparentes y equitativas en un marco democrático"... Algo con lo que también está de acuerdo el Papa Juan Pablo II. Otros, frente a la globalización, llegan a proponer "el fortalecimiento de los Estados-Nación". Porque todos recordamos que, en la Europa del pasado siglo XX, los Estados-Nación han sido una bendición total: dos guerras mundiales y diversas guerritas lo pueden aseverar. ¿Pero quién puede creer sinceramente en esta patraña, en esta utopía capitalista?

Me sorprende que estas personas de ley y orden condenen una violencia cuyos frutos, sin embargo, pretenden capitalizar, porque es, precisamente, la fuerza que emplean esos "grupos minoritarios", esos "violentos anarquistas", la que, según gobernantes y funcionarios del BM, obliga a replantear el sistema de "cumbres" y a meter en la "agenda" las reivindicaciones reformistas. Me resulta inquietante que pidan la detención y encarcelamiento del "millar largo" de anarquistas que conforman esa moderna Mano Negra, que es el fantasmagórico Black Bloc. Sobre todo, cuando miles de pacíficos manifestantes han sido torturados en Génova en comisaría, y hay, al parecer, más de un muerto en la calle.

Más me irrita que estos globalifóbicos de ONGs multimillonarias subvencionadas por los Estados, osen decir que no tenemos propuestas, que no estamos "a la hora del análisis y del trabajo común". Porque nuestros actos culturales, nuestros libros, nuestras manifestaciones pacíficas, todo nuestro entramado teórico, no recibe más que desprecio y silencio por parte de los medios de comunicación.

Por supuesto, saben las gentes de ley y orden, (gobernantes, financieros, empresarios, funcionarios de ONGs...) que nada pueden hablar con nosotros, ya que aspiramos a otro tipo de sociedad. Y por supuesto, tendrán que seguir soportando la protesta anarquista y el ataque a la propiedad privada. Los cristales vuelven a ponerse en su sitio. La vida de Carlo Giuliani no la arregla ya nadie.

Extraído de Opinión Libertaria