Durante del transcurso del año una revuelta general casi obliga al presidente Bánzer a renunciar, pero finalmente ha sido la enfermedad la que lo ha obligado, hoy 6 de agosto, a renunciar. Marcha entre vítores de los cuervos de la iglesia, los imperialistas, la burguesía nacional y el cinismo de los políticos de izquierda y derecha. Pero la historia siempre lo señalará como el gorila, fascista, asesino y narcotraficante que siempre ha sido.

El hombre que encabezo el golpe militar del 21 de agosto de 1971, y asesinó, encarceló, persiguió, el genocida de Tolata y Epizana, el que entregó los recursos naturales al endeudamiento externo, el que destruyó las empresas del estado; las minas y el petróleo, el que intentó vender la amazonia boliviana a los racistas sudafricanos para que establecieran una república blanca, el que contrabandeaba gasolina al Paraguay intercambiándola con whisky. El que llegó a vender sangre humana indígena al Canadá. El general que es dueño de la Pepsi-cola argentina. El hombre que participaba en auténticas orgías sexuales con Pinochet.

El de las frases celebres, como aquella que pronunció tras la masacre del 74 "a ustedes hermanos campesinos, voy a darles una consigna como líder. Al primer comunista que vaya al campo, yo les autorizo, me responsabilizo, pueden matarlo. Si me lo traen aquí para que se entienda conmigo personalmente les daré una recompensa"

El general que conquistó en gloriosa batalla el territorio libre de la universidad paceña, bombardeándola con aviones y tanques. El hombre que pisoteó con talón de hierro a la clase trabajadora boliviana durante siete años de dictadura que fue echada abajo por la huelga de hambre de las mujeres mineras. El hombre que mandó asesinar a todo activista político que denunció su régimen de terror.

La información reunida por las organizaciones de Derechos Humanos señalan por lo menos un mínimo de 300 ejecutados, 200 desaparecidos, entre 1971 y 1978, 14.750 personas encarceladas por "ofensas al régimen", 19.140 fueron obligadas a salir al exilio político, la prensa fue reprimida: 68 periodistas exiliados, 32 encarcelados, 20 emisoras intervenidas, los sindicados ilegalizados, las universidades clausuradas.

Pero al general estas cosas no le hacen mella, la sangre le resbala de las manos. Se convirtió en paladín de la democracia, amparándose en los políticos de izquierda y derecha y el imperialismo norteamericano. Todos se concubinaron extendiéndole un cheque en blanco al general, que cambio su uniforme de Führer por el de pacífico abuelo civil de la democracia y lo ungieron Presidente en el año 1997. Cuatro años de terror avalados por el capitalismo internacional, cuatro años en los que la clase trabajadora se negó a contemplar impávida la infamia cometida, cuatro años de muerte en los que se reeditó la vocación sanguinaria del general y sus cómplices norteamericanos. El saldo señala más de medio centenar de trabajadores asesinados en las calles y los campos, asesinados por demandar libertad, igualdad; cobardemente acribillados por francotiradores y aviones de guerra. Cientos de exiliados en regiones inhóspitas, cientos de heridos de bala, inválidos de por vida. Hasta el último día el tirano ha reprimido a toda oposición, tal es el caso de ocho jóvenes encarcelados el día de hoy por recordarle al tirano sus méritos.

El régimen de los 90´s ha estado marcado por la corrupción, hecho que ha motivado a la ONG Trasparencia Internacional, ha calificar a Bolivia, en el año 1997, como el segundo estado más corrupto del mundo y en el 2001 como el más corrupto del hemisferio.

Pero el gorila Banzer no se apareció de la nada, en los 70 sus apoyos fueron el imperialismo norteamericano, el vaticano, la dictadura brasileña, la burguesía nacional. El banzerato compartió las mismas características del denominado "Modelo del cono sur" caracterizado por la prohibición de actividades sindicales, por un estado-cuartel autoritario, por la exaltación belicosa del cristianismo occidental y del nacionalismo y por sistemas corporativistas de organización social.

La represión fue generalizada y extraordinariamente cruel, la izquierda fue derrotada a escala regional, produciéndose la muerte y desaparición de decenas de miles de personas.

Mientras la burguesía internacional se las da de demócrata cuestionando a los militares involucrados en el Plan Cóndor, en Bolivia fomentó el ascenso del dictador y genocida Gral. Banzer, temerosa de una explosión social que lleve a la clase trabajadora boliviana ha convertirte en un auténtico ejemplo de lucha clasista, anticapitalista y revolucionaria.

Pero ello no ha detenido la intensa lucha de clases que se vive en Bolivia. Estamos en presencia de un movimiento en ascenso, que acumula experiencias de autoorganización y que sigue preparando y capacitando a sus bases tanto en lo ideológico como en tácticas y estrategias militares.

El movimiento campesino indígena está ejerciendo formas comunitarias, asamblearias, de democratización de la sociedad y de descolonización del Estado. Son otras formas de hacer política que chocan con la politiquería y la hipocresía tradicional de los partidos que están habituados a captar a los nuevos activistas que surgen para mediatizarlos y someterlos.

La renuncia de Banzer no cambia nada, salvo obligar a su familia a que saque las manos del patrimonio y las finanzas nacionales. La figura del nuevo presidente Jorge Quiroga Ramírez, con su formación en universidades estadounidenses y su trayectoria política, lo hacen un experto esbirro del departamento de estado norteamericano, por ende un mutante del dinero, cínico y calculador.

¡PORQUE EL COLOR DE LA SANGRE JAMÁS SE OLVIDA, LOS MASACRADOS SERAN VENGADOS!

¡HACIA EL COMUNISMO LIBERTARIO!

¡ARRIBA LOS QUE LUCHAN, DEMOLER AL CAPITALISMO Y SU ESTADO!