OCIO-CULTURA     Ilust001

 

Cine y anarquía

Tiziana Ferrero-Regis


Film and the Anarchist Imagination Richard Porton

Verso, Londres-Nueva York, 1999

Hay un vacío en la publicística anarquista y en la historia del cine. Se trata de la relación entre anarquismo y cine. La sistemática marginación del anarquismo de cualquier estudio de historia del cine o que concierna a la interpretación textual del material fílmico es todavía más evidente cuando se piensa que el cine ha nacido y se ha afirmado, tanto en América como en Europa, en los años más fecundos para el activismo político anarquista; es decir, entre los siglos XIX y XX.

Baste pensar en las luchas obreras de hace cien años en Italia, en el impacto político que tenía la IWW en los Estados Unidos, en el incansable activismo de Emma Goldman, que la hizo quizá una de las personas más conocidas en América, para darse cuenta de lo profunda, no de manera casual, que ha sido la cancelación del pensamiento anarquista y de su influencia en la sociedad por cualquier informe histórico del nacimiento y evolución del cine.

Por fin, el libro de Richard Porton, Film and the Anarchist Imagination llena este vacío con una sistemática reconstrucción de los estereotipos y de la demonización de los anarquistas como "dinamiteros" en las películas de comienzos de siglo de D. W. Griffith y Buster Keaton, o como desengañados revolucionarios en las películas de los Taviani de los años setenta (San Michele aveva un gallo y Allonsanfan), o incluso como románticos bufones sin futuro en la película de Line Wertmuller, Amor y Anarquía.

Lo que hace atractivo el libro de Porton es su capacidad de integrar el análisis histórico del pensamiento anarquista desde el XIX a nuestros días con el de su incidencia en la sociedad y cultura popular a través del estudio de la representación de los anarquistas en cien años de cine americano y europeo. Por ejemplo, la reverberación de la alianza entre Bakunin y Nechaev en 1870 y "la errónea interpretación de la doctrina de la propaganda por el hecho de Malatesta y Paul Brousse" (pág. 13) fue central, según Porton, en la construcción estereotipada del anarquismo como filosofía que promovía la violencia revolucionaria. Esta representación del anarquista como individuo antisocial y destructivo fue, ciertamente, fundamental en películas como The Voice of the Violin (1908) e Intolerance (1916) de D. W. Griffith en el período en que América construía su sueño liberal y debía fomentar paranoias políticas e histerias de masa contra la ventolera revolucionaria de la época.

En Film and the Anarchist Imagination no falta el elemento contextual, es decir, el análisis del período en el que las películas analizadas fueron producidas. En la combinación entre la aproximación contextual y textual (que es más estrictamente semiótica) en análisis fílmico reside un enorme poder exegético de la relación entre película y cultura. En efecto, la aproximación textual es útil para comprender los determinantes culturales del texto, mientras que la aproximación contextual es fundamental para comprender los factores políticos, institucionales y, sobre todo, ideológicos que influencian la película. Esta metodología interpretativa es muy influyente en la literatura de lengua anglosajona e incluso en los estudios históricos sobre el cine producido en lengua inglesa se basan con frecuencia en el análisis de los componentes industriales que han determinado la producción de una película. Este elemento justamente falta en el libro de Porton y no sería ni siquiera apropiado, dado que el suyo es un ejercicio de reconstrucción histórica de lo excluido anarquista del cine internacional.

En el capítulo dedicado a "cine, anarquismo y revolución", las secciones sobre la revolución española y sobre las colectividades y comunas son de las más interesantes. La relación entre la revolución española y el cine se analiza tanto a través de películas y documentales producidos (y olvidados) por la CNT en el período 1936-37, como a través de la reciente reconstrucción mnemónica, de películas como Tierra y Libertad de Ken Loach, o Libertarias de Vicente Aranda. A este respecto debo admitir que me encuentro en desacuerdo con Porton cuando él da más importancia a la película de Ken Loach que a la de Vicente Aranda por el sólo hecho de que Tierra y Libertad tiene un acercamiento estético y narrativo realista, mientras Libertarias resulta extremadamente ficcticia, imaginaria. Sin embargo, precisamente la ficción permite una mirada apartada del ideologismo (y por esto resulta paradójicamente más objetiva y cercana a lo real) en la relación entre la CNT y Mujeres Libres, mientras que la película de Ken Loach, ciertamente influenciado por el propio trostkismo del director, repropone una idea romántica y martirizada del anarquismo (aunque Ken Loach reconstruye bien las asambleas entre campesinos y revolucionarios que parecen salidas de documentales de la CNT).

En la sección sobre las comunas, Porton adopta un punto de vista particularmente interesante en su análisis, la reconstrucción cinematográfica histórica hecha entre 1975 y 1983 de experiencias comunitarias en películas como La Cecilia, Winstanley (historia de la revolución puritana capitaneada por la secta de Gerad Winstanley en 1640), y O'Megalexandros, de Theo Angelopoulus, revela el deseo de repensar la tradición anarquista en el interior de la modernidad, pero no en sentido nostálgico.

Porton sitúa correctamente el análisis de estas películas dentro de un debate sobre el período en que fueron realizadas estas películas. Efectivamente, la peculiaridad de las películas históricas reside en que son perfectamente contemporáneo, en la medida en que son una respuesta a una sociedad en conflicto o faltos de espacios públicos de debate político.

El capítulo sobre la representación del anarquismo en película sobre la clase obrera incluye un breve debate histórico de la diatriba entre anarcosindicalistas y neo-ludistas con respecto a la relación entre revolución y clase obrera como agente de la transformación histórica. Según Porton estas oposiciones emergen en películas célebres como Metello, La clase obrera va al cielo, y menos famosas como las películas sobre la I.W.W., entre las que cabe citar The Wobbilies (1979) que, según Porton, comparte con Patagonia rebelde de Héctor Olivera el mismo ímpetu ideológico y nostálgico por la solidaridad militante entre los trabajadores, hoy devaluada por la burocratización y extrema institucionalización de los sindicatos.

Entre tanto deconstructivismo, la de Porton es finalmente una destrucción de la mitología tanto negativa como positiva del anarquismo filtrada a través del medio de entretenimiento más popular de los últimos cien años, es decir, el cine. Precisamente a causa de esta bipolaridad reduccionista con frecuencia se limita el análisis de toda una riqueza cultural y filosófica del anarquía que, de alguna manera, ha pasado entre las redes de la cultura dominante de masas y de las que no nos hemos dado cuenta. La rigurosa investigación de documentos de Porton en Film and the Anarchist Imagination coloca este ensayo al nivel de los estudios más notables sobre el cine, como los de BordWell y Thompson, sólo por citar un ejemplo, desde siempre dominados por teorías estéticas y sociológicas marxistas.

Es precisamente en el último capítulo titulado "The Elusive Anarchist Aesthetic", donde Porton afronta la espinosa (ambigua, esquiva) cuestión de una teoría estética anarquista. Espinosa, ambigua esquiva porque no existe una teoría anarquista sistemática sobre la estética, pero existen fragmentos genéricos de posiciones sobre el arte y sobre la estética de Proudhon y Emma Goldman, o que pueden ser deducidos de trabajos críticos de Paul Goodman o publicados por "Le Libertaire".

En defensa de esta inaprehensibilidad de una teoría estética anarquista, Porton concluye que es difícil expresar un punto de vista autorizado en la materia y que, por tanto, el trabajo del historiador y del crítico de cine debe apuntar a la revelación de tramas, imágenes y formas (e imaginarios, añado yo) que se abren, inesperadamente a una interpretación anarquista tanto narrativa como estética.

Traducción del italiano E.G.W.