Represión
sindical contra Miguel García
Doble
ataque: se ataca al trabajador y
a la CNT La
CNT lucha contra el caciquismo de
la empresa Paradores Nacionales
En febrero de 2000 Miguel García fue despedido del Parador de Turismo de Granada, hotel de la red de paradores del Estado en el que estuvo trabajando durante 21 años. Paradores le acusó de delealtad por haber suscrito una carta como trabajador del Parador y militante de la CNT en solidaridad con un traajador despedido de una empresa de Granada. La empresa esgrimió sentirse incomodada por la Federación de Empresarios de la ciudad, la cual se quejaba de que un trabajador "pidiera cuentas" y se involucrara en los intereses patronales de uno de sus socios. Mucho antes al despido de Miguel el enfrentamiento con la Dirección del Parador era manifiesto: rechazo a la contratación de trabajadores a través de ETTs, sucesivas denuncias por incumplimiento de la jornada anual y reclasificación de categorías profesionales. Ante esto, la negativa de la empresa a reconocer a la sección sindical de CNT en el Parador de Granada. El despido desencadenó una paulatina lucha en el ámbito de Granada y en derredor de varios paradores. Concentraciones, manifestaciones ciudadanas, primera huelga de hambre de Miguel durante 18 días en las puertas del Parador y múltiples muestras de solidaridad. La dirección de Paradores sufrió un zarandeo de las acciones sindicales que fueron desarrollándose y se vio abocada a abrir una negociación con la CNT para saldar el conflicto laboral. Reiteradas ofertas económicas al trabajador fueron rechazadas y se apostó por continuar la lucha y confiar en el desenlace del juicio que se vería finalmente en Magistratura. En mayo de 2000 la Sala de lo Social de Granada declaraba Nulo el despido del compañero y expresaba que se había producido una clara vulneración empresarial del derecho a la libertad sindical. Durante nueve meses, y por medio de una triquiñuela legal, la empresa ha impedido a Miguel reincorporarse a su centro de trabajo, pagándole el jornal como si estuviera en activo y sin ningún tipo de escrúpulo público por derrochar este salario pasivo. Así han sido las cosas hasta que en el TSJA se ha visto el recurso interpuesto por Paradores. El reciente fallo del ponente del Tribunal, magistrado de conocida trayectoria conservadora y reaccionaria, ha sido declarar improcedente el despido. La inmediata y temida consecuencia de la sentencia no se ha hecho esperar. En este país, donde se presume de derechos democráticos, se consiente el pisoteo de este caso laboral, donde tras sendas sentencias jurídicas quedó claro que nunca hubo razones para el despido del trabajador.
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