EDITORIAL

Anarcosindicalismo, un programa

Secretariado Permanente del Comité Nacional

Será la capacidad de los trabajadores responsablemente organizados, pero algo hay de poderoso en la sucesión constante de generaciones de militantes en las organizaciones sindicalistas revolucionarias: el sentimiento y el conocimiento de luchar por una causa justa.

La situación actual dificulta que una militancia experimentada ejemplifique en el trabajo, en el sindicato o en el ateneo para las actuales generaciones o para la mano de obra inmigrante, que procede de otras realidades, de otros entornos, creándose un difícil diálogo en el que hay que derrochar esfuerzo.

Una organización como la CNT, que tiene como norma de conducta el esfuerzo, la actividad y el compromiso -exigencias de la no delegación-, no tiene otro camino que acrecentar el interés de los afiliados/as y de la clase trabajadora en su formación, precisa para la autogestión y la emancipación. Esta formación se ha de dar sin descanso en el puesto de trabajo, en el sindicato, en la vida; y está basada en la rebeldía, sí, pero en una conducta responsable y honesta, además.

La autogestión implica la eliminación de intermediarios, pero también implica planificar, realizar, distribuir y disfrutar de todo cuanto existe, utilizando la imaginación necesaria. Si se quiere transformar una sociedad explotadora, autoritaria y desigual, tendremos que transformar, también, el pensamiento, hacia una toma de conciencia de lo que significa ese cambio. La autogestión implica la participación de cada cual en las tareas precisas y no solo radica en la toma de acuerdos a golpe de los acontecimientos cotidianos, sino en la planificación, la distribución y la realización de las mismas, que, seguramente incluirá la rotación.

Los trabajadores/as acuden al sindicato o al delegado sindical cuando aparece el conflicto, pero desconoce completamente la historia del movimiento sindical, sus crisis, su división, las razones que llevan a organizarse como forma estable de defensa. En la vida social, se puede olvidar que se es un ser humano y cuando se piensa que no se tiene ningún derecho, también se piensa que no se tiene ningún deber. Cuando se adquiere la conciencia, por un lado, mejora la situación porque a la par se adquiere fuerza, pero, también, se adquieren responsabilidades o, en caso contrario, las ventajas de la organización y de la conciencia se desvanecerán.

El anarcosindicalismo considera a la clase trabajadora como el grupo de individuos que, por su status social, reciben más fuerte que otros, la dominación política y la explotación económica. La disposición realista del anarcosindicalista le permite ver que en otros grupos pueden existir deseos de cambio, e incluso, impulsos revolucionarios, pero esa actitud se mantiene en una esfera ética, muy respetable, pero diferente de la necesidad que mueve a la trabajadora o al trabajador. De ahí que esos movimientos adolezcan de cierta inconstancia y de facilidad de asimilación por la propia evolución social.

En el mundo del trabajo se precisa una práctica asidua, no sólo en momentos álgidos (espontáneos), sino en otros más prolongados. Esta práctica prolongada permite detectar con agilidad las tramas que los partidos y burosindicatos repiten siempre contra la clase trabajadora, como son las continuas reformas laborales o las rebajas de las pensiones que están negociando, a espaldas de los trabajadores, pues los acontecimientos día a día van agravando aun más la situación de los trabajadores.

La política del gobierno del PP se ha quitado la máscara de centro, como el PSOE se quitó la de izquierda, presentándose con una virulencia clásica, que no resulta desconocida a las organizaciones de la AIT. La represión brutal contra cualquier colectivo dispuesto a movilizarse evidencia este hecho.

Es obvio que los precios de los servicios básicos aumentan y se está haciendo todo lo posible por deteriorar y/o privatizar Transportes y Telecomunicaciones, Educación y Sanidad. Todas estas medidas contra la clase trabajadora han llevado a un aumento del enriquecimiento patronal en un 30 %, mientras que el empleo cuantitativamente ni se inmuta y cualitativamente empeora a gran velocidad

El Gobierno actúa a conciencia en su papel, recortando los derechos salariales y de todo tipo, incluso los de libertad de expresión. La patronal está encantada con el Gobierno, mientras que CCOO y UGT, así como otras organizaciones nacionalistas, concretaron con ellos su correspondiente acuerdo cuatrienal de formación continua, transfiriendo 100.000 millones de pesetas por año durante su vigencia. La firma de otros acuerdos en materia de pensiones, también va a suponer una fuente de ingresos nada despreciable, además de consolidar el modelo de negociación social mediante monopolios sindicales.

Si la anterior reforma laboral supuso abaratar los despidos y hacer más precarios aún los contratos laborales, ésta va encaminada a "flexibilizar" el resto de condiciones laborales, que seguirá teniendo impacto en los accidentes laborales pero sobre todo hará aún más difícil la reivindicación, la defensa y la negociación. En cuanto a las pensiones, las empresas y el Gobierno siguen empeñándose en privatizarlas, en prolongar la edad de jubilación y en reducir las cuotas empresariales a la Seguridad Social.

Ante todo ésto, el anarcosindicalismo piensa que únicamente a través de una organización libertaria y estable es posible generar conciencia de clase. Esta organización está en condiciones y debe desarrollar una cultura propia del mundo del trabajo que responda a unos valores y a una ética libertaria.

La conciencia revolucionaria es inseparable de la conciencia de la propia dignidad. La CNT en su propaganda, a menudo llama a la dignidad de cada trabajador y trabajadora, para despertar esa conciencia ya que su carencia acarrea la más absoluta indefensión y la pérdida de aquellas conquistas que tuvieron que ser arrancadas con mucho esfuerzo, como el que realizaron las compañeras de Cotton o los compañeros de Chicago.

Quien, en virtud de su conciencia, al desear enfrentarse con dignidad, accede a la militancia, conoce su responsabilidad y tiene el convencimiento de que sus planteamientos nos son especulativos, ni transitorios, sino que están conscientemente dirigidos a una finalidad, a pesar de que resulte lejana.

El gran reto del/a cenetista es hacer ver a otro trabajador que el orden social actual no es deseable, ni inevitable y que su Organización ha sido, es y puede ser un instrumento útil en la lucha contra el Capital y el Estado. Pero habrá de ser mostrado con hechos, más que con teoría, pues el concepto que se tiene de una organización sindical está tan tergiversado por los ardides de aquellos que dicen representar y defender los intereses de la clase trabajadora (cuando sólo defienden los suyos) y que todo sería peor si ellos no anduvieran por ahí, de despacho en despacho y de restaurante en restaurante, negociando, que ya muy pocos se creen que la CNT es muy diferente a lo que nos tienen acostumbrados. El reto de autoformarse constantemente, de demostrar constantemente, que implica tanto esfuerzo y dedicación durante la jornada laboral y tras ella, implica también, reflexión para orientar la práctica de la vida organizativa de la forma más eficaz posibles .

En las actuales circunstancias, las nuevas tecnologías y el consumo están creando tendencias. La nuevas tecnologías, como fueron las máquinas en el pasado, amenazan la forma en que el trabajador obtenía lo preciso para vivir: el trabajo asalariado sujeto a unas reglas resultado de la confrontación. Mientras que el consumismo impulsa a obtener lo superfluo, la desregulación de las relaciones laborales arruina la posibilidad de obtención no de lo superfluo, sino de lo necesario.

No obstante, las nuevas tecnologías, también están reportando ventajas, como mínimo en la vida organizativa, al hacer más livianas las tareas y poder multiplicar los resultados de la dedicación de los compañeros y compañeras.

La CNT siempre estuvo a la cabeza en la racionalización del esfuerzo individual y colectivo: Dotarse de los medios necesarios y formarse en su utilización es esencial para reducir el tiempo a dedicado a las obligaciones laborales o militantes y disponer más tiempo para el resto de nuestro desarrollo. Siendo importante en el día a día, no es menos importante la organización ágil en la preparación de un futuro autogestionado.

 

No nos olvidemos de que la autogestión sólo puede lograrse con la participación amplia y que los hechos individuales, aunque loables, no son el camino y por ello, la articulación y la organización de las fuerzas son esenciales para pasar de la defensiva a la ofensiva de dar una alternativa creíble a las constantes agresiones que se están sufriendo.

Esta herramienta que tenemos entre manos tiene que estar bien engrasada porque la desertización de la vida de la clase trabajadora, al principio del siglo XXI, viene de la mano de una vieja aspiración del capitalismo: que el humano no sea necesario como trabajador, sino como consumidor. Y ese insaciable apetito del Capital nos lleva a una sociedad insostenible en el que el Estado sólo existe como brazo represivo del mismo. Cada día más y más personas volverán la vista y si, andamos ágiles, puede que encuentren lo que estaban necesitando: Una alternativa experimentada y a punto, la capacidad de los trabajadores y trabajadoras organizados responsablemente que sienten que la suya es una causa justa.